Segundo aniversario de "Terror Atemporal", y como no hay 2 sin 3 amigos, no podemos faltar a nuestra cita anual con Chucky. Hoy vamos a hablar de una película, que sin ser de mis favoritas, es una de las que más veces he visto en mi vida, una de esas que me sé cada coma de sus diálogos: Muñeco Diabólico 3 (Jack Bender, 1991).
La trama sucede 8 años después de Muñeco Diabólico 2 (John Lafia, 1990), pero en la vida real la película se estrenó solo 10 meses después... demasiado poco tiempo para que el público digiera tanto Chucky; y más a principios de los 90, donde el slasher ochentero estaba ya de capa caída. Chucky 3 fue un fracaso que ni siquiera llego a estrenarse en los cines de algunos países. Sin duda Chucky necesitaba un descanso, y ya no a volería ser el mismo.
La sensación que tengo al ver la tercera entrega de Chucky es de ver una película menos trabajada que las anteriores. Empezando por el animatronic de Chucky, donde en la primera y segunda entrega nos encontrábamos montones y aterradoras expresiones faciales del muñeco, en esta ocasión tiene la misma cara de cabreado siempre... Por no hablar de que el muñeco está tan hinchado como si le hubiera dado una reacción alérgica al marisco... Estamos ante el peor diseño de la saga: El Chucky gordo.
Solo hay que ver también la clasificación por edades para darse cuenta de que estamos ante la parte menos violenta de la saga. Si el resto de entregas no están recomendadas para menores de 18 años, esta tercera ya es para mayores de 13... Muertes tan absurdas como Chucky provocando un ataque al corazón dan fe de ello.
Por lo demás estamos ante una película del Chucky de la vieja escuela: gamberro, malvado y con ese humor negro que todavía no ha caído en el ridículo. La historia, aunque Andy Barclay sigue siendo protagonista, ha cambiado lo suficiente para que no resulte repetitiva. Y además se recupera un poco la atmósfera oscura de la primera entrega con alguna escena memorable.
No es tan grande como la primera ni mucho menos como la segunda, pero tiene ese regustillo de secuela de los iconos de terror, es tremendamente entretenida y divertida, yo me la he visto muchas veces grabada de la tele... Digamos que era una especie de obligación verla después de Muñeco Diabólico 2, pero me lo pasaba en grande viéndola. Quizás hecha con más tiempo y dedicación habría sido mejor película de lo que es. Con todo ello es un slasher con alma ochentera, y por qué no decirlo: el final de una gran trilogía, una buena película de Chucky.
La trama sucede 8 años después de Muñeco Diabólico 2 (John Lafia, 1990), pero en la vida real la película se estrenó solo 10 meses después... demasiado poco tiempo para que el público digiera tanto Chucky; y más a principios de los 90, donde el slasher ochentero estaba ya de capa caída. Chucky 3 fue un fracaso que ni siquiera llego a estrenarse en los cines de algunos países. Sin duda Chucky necesitaba un descanso, y ya no a volería ser el mismo.
La sensación que tengo al ver la tercera entrega de Chucky es de ver una película menos trabajada que las anteriores. Empezando por el animatronic de Chucky, donde en la primera y segunda entrega nos encontrábamos montones y aterradoras expresiones faciales del muñeco, en esta ocasión tiene la misma cara de cabreado siempre... Por no hablar de que el muñeco está tan hinchado como si le hubiera dado una reacción alérgica al marisco... Estamos ante el peor diseño de la saga: El Chucky gordo.
Solo hay que ver también la clasificación por edades para darse cuenta de que estamos ante la parte menos violenta de la saga. Si el resto de entregas no están recomendadas para menores de 18 años, esta tercera ya es para mayores de 13... Muertes tan absurdas como Chucky provocando un ataque al corazón dan fe de ello.
"Ten un Good Guy y tendrás un amigo para toda la vida" |
Por lo demás estamos ante una película del Chucky de la vieja escuela: gamberro, malvado y con ese humor negro que todavía no ha caído en el ridículo. La historia, aunque Andy Barclay sigue siendo protagonista, ha cambiado lo suficiente para que no resulte repetitiva. Y además se recupera un poco la atmósfera oscura de la primera entrega con alguna escena memorable.
No es tan grande como la primera ni mucho menos como la segunda, pero tiene ese regustillo de secuela de los iconos de terror, es tremendamente entretenida y divertida, yo me la he visto muchas veces grabada de la tele... Digamos que era una especie de obligación verla después de Muñeco Diabólico 2, pero me lo pasaba en grande viéndola. Quizás hecha con más tiempo y dedicación habría sido mejor película de lo que es. Con todo ello es un slasher con alma ochentera, y por qué no decirlo: el final de una gran trilogía, una buena película de Chucky.